El Congreso Internacional Dieta Mediterránea, celebrado los días 6 y 7 de abril, en el marco del salón profesional Alimentaria 2022, presentó nuevas evidencias científicas
La Dieta Mediterránea se confirma como uno de los estilos de vida más saludables y sostenibles que preserva nuestra cultura, patrimonio y el propio planeta
Barcelona, 8 de abril de 2022.– Expertos en los ámbitos de la salud, de la sostenibilidad y de la cultura han evidenciado que el estilo de vida que promueve y defiende la Dieta Mediterránea es de los más saludables y de los más sostenibles.
Y por ello, tal y como explicó el presidente del Congreso Internacional Dieta Mediterránea, Dr. Ramón Estruch, durante las conclusiones, “es necesario aunar esfuerzos para preservar la dieta mediterránea tradicional que es realmente, tal y como se ha demostrado científicamente, protectora de la salud, especialmente de la enfermedad cardiovascular, el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas y la diabetes. Por lo que es necesario salvaguardar esta herencia que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”.
Otra de las conclusiones de este fórum internacional fue la constatación de que los alimentos incluidos en la Dieta Mediterránea son saludables y deben consumirse en las raciones y frecuencias adecuadas, según se detalla en la pirámide de la Dieta Mediterránea. Una forma de fomentar el consumo de alimentos saludables en su justa medida sería promocionar un etiquetado frontal de los alimentos que ayudará al consumidor en la elección de los productos y les acercara a un patrón saludable como la Dieta Mediterránea.
La Dieta Mediterránea es un modelo de alimentación que se caracteriza por ser muy rico en frutas, verduras, aceite de oliva virgen extra, legumbres, frutos secos y cereales integrales, por lo que debe considerar como una dieta pro-vegetariana, basada en plantas e incluso “flexiteriana”. Pero, también incluye otros alimentos saludables como la carne, el pescado, los productos lácteos y un consumo moderado de vino, siempre con las comidas.
En el contexto de un patrón de alimentación global, durante el congreso también se han discutido los aspectos saludables de varios alimentos como el aceite de oliva, la carne, el pescado, los lácteos y también los ultraprocesados.
Por ejemplo, en el caso de los lácteos – y según los estudios más recientes- la grasa que contienen tiene un efecto neutro sobre algunos aspectos de la salud e incluso puede tener un efecto protector sobre determinadas enfermedades como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Así, que en la medida en que mantengamos nuestro equilibrio energético, los productos lácteos deben ser incluidos en una dieta saludable como es la Dieta Mediterránea con las raciones y frecuencias de consumo apropiadas.
Este estilo de vida se está globalizando gracias a sus propiedades saludables y sostenibles, pero también a su reconocimiento por numerosas organizaciones como la UNESCO, la FAO y la OMS por lo que es muy importante salvaguardar la Dieta Mediterránea y transmitirla de generación en generación.
El director general de la Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), José Miguel Herrero explicó durante la inauguración del Congreso que “hay que preservar el concepto y los valores de la Dieta Mediterránea pero también hay que ir renovándose en función de los nuevos desarrollos científicos y tecnológicos que está haciendo el sector agroalimentario«.
Por su parte, el Dr. Francesco Branca, director del departamento de Salud y Nutrición para la Salud y Desarrollo del World Health Organization (OMS) señaló durante su intervención que la Dieta Mediterránea es la que emite menos gases con efecto invernadero, por lo que sería la más sostenible, incluso más que la dieta vegetariana.
La Dieta Mediterránea como sistema alimentario se alza como alternativa sostenible al sistema alimentario característico de los países ricos en la actualidad que no es viable a largo plazo. Este engloba la sostenibilidad total del planeta y las recomendaciones sobre el consumo de alimentos preferentemente de proximidad, de temporada, entre otros aspectos, así como una gastronomía basada en recetas y métodos culinarios inspirados en nuestra cultura y en la biodiversidad en pro de la salud de nuestro planeta y la lucha contra el cambio climático.